La unión hace
la moda
Cinco conocidas diseñadoras independientes se unieron
para crear Grupo Factoría Valparaíso, iniciativa que busca dar fuerza al diseño
porteño y que pronto se abrirá también a otros creadores de moda.
por: SOFÍA BEUCHAT / FOTOS: PILAR CASTRO Y ORLANDO PALLERO
Esa noche, cinco conocidas diseñadoras de Valparaíso
transpiraron helado. Habían postulado a un fondo regional colaborativo de
Sercotec (Servicio de Cooperación Técnica, organismo estatal) y al día siguiente
debían defender su proyecto ante un exigente y cuestionador panel de expertos.
Tendrían que hablar de finanzas, sin saber más de ello que lo aprendido en sus
tiendas y marcas de diseño. Tendrían que discutir sobre sus proyecciones de
negocio, sin ser ingenieros comerciales. Y competirían con proyectos ligados a
la hotelería, el cine y otros rubros tan importantes para el desarrollo de
Valparaíso como su propuesta, que busca potenciar el circuito de diseño que se
ha instalado en los cerros Alegre y Concepción.
Les fue bien. En gran
medida, porque no se trata precisamente de primerizas. Pitti Palacios (33) es
una de las pioneras en el área del diseño textil, es docente del Instituto
Profesional Duoc UC y ha participado en ferias internacionales como Colombiamoda.
Rocío Peters (32) creó la marca Laboratorio Textil, conocida por sus collares
de lana enrollada, su ropa en patchwork y su línea de gorros de lana para
hombres (Yelmo) inspirados en la estética medieval. Keitty Álvarez (28) trabaja
el reciclaje con su marca Humita, que ofrece "puras cosas
pequeñitas", según explica ella misma, elaboradas con PVC reciclado en que
la incorporación de ilustraciones (es diseñadora gráfica) es central. Carmen
Eva (36) trabajó mucho tiempo con la marca iFelt y hace un trabajo muy
interesante en el que el fieltro asume una sutileza pocas veces vista. Además,
acaba de recibir el premio Janome-Anilinas Montblanc al mejor showroom del
Festival Raíz Diseño. Y Carola Arias, periodista de profesión, ha ganado un
nombre en el diseño porteño con su tienda Bazar La Pasión, que partió como un
taller de restauración de muebles y hoy ofrece también ropa comandada por el
concepto del slow fashion, suya y también de otros creadores. ¿El mejor
ejemplo? Su colección de abrigos elaborados con sacos de harina.
Las cinco se
fueron conociendo de a poco, unidas por su amor a Valparaíso, ciudad en la que
no nacieron (Rocío es de Coyhaique; Keitty, de San Antonio, y el resto, de Viña
de Mar) pero que aman por su vida de barrio, su ritmo a escala humana, su
mezcolanza de gente, su constante estímulo a la creatividad, su centralidad
(llegan rápido a Santiago cuando es necesario) y, sobre todo, por haberlas
acogido.
Coincidieron en una de las primeras ferias de diseño independiente
que se hizo en el Puerto (Al Borde Diseña, realizada el año 2006 por la escuela
de danza Escena Al Borde) y desde entonces se han mantenido en contacto,
trabajando cada una con su marca por separado. Hasta ahora. Desde septiembre,
las cinco están unidas en un proyecto que bautizaron como Factoría Valparaíso,
sin dejar de lado, por supuesto, sus proyectos personales. Para ello recibieron
de Sercotec un fondo de 30 millones de pesos, un tercio del cual se invirtió en
la creación de sus propias colecciones, mientras que el resto se destinará a
difusión, marketing, participación en ferias y eventos y asesorías comerciales.
¿La idea? Posicionar a Valparaíso como un referente en el diseño de vestuario y
decoración, crear una plataforma que ayude a exportar este concepto y seguir
apoyando el emprendimiento de calidad.
"La Factoría es como un apellido
para nuestras marcas, que nos ayuda a meter más ruido. No estamos juntas porque
seamos amigas, sino porque valoramos el trabajo de las otras y queremos estar a
su altura. Estamos en la misma parada. Para todas hacer diseño es un esfuerzo,
porque muchas tenemos hijos, y varias, trabajos paralelos", acota Rocío. Y
agrega, entusiasmada, que la idea es que después se sumen a esta factoría otros
diseñadores que ofrezcan altos estándares de calidad y un diseño con identidad
porteña. Pronto abrirán una convocatoria en su página
(www.factoriavalparaíso.cl) para que se sumen nuevos talentos. La página
también informa sobre una de las primeras actividades de la Factoría: un
concurso de diseño de bolsas ecológicas, abierto a estudiantes, que se usarán
en los stands del grupo. Su ganador se conocerá por estos días.
Pero ¿qué es
esto de diseño con identidad porteña? ¿Qué tiene la creatividad nacida en los
cerros del Puerto que no tenga la de otras ciudades?
"En Valparaíso no
hay miedo a parecer diferente o a estar o no estar dentro de las tendencias. La
ciudad tiene su propio modo de ser y eso permite que uno, como diseñadora, se
sienta parte de un sistema diverso y único", aventura Pitti Palacios.
Rocío agrega que el diseño porteño es femenino, recurre bastante a la
reutilización, y ofrece una estética entre romántica y bohemia. Carmen opina
que una característica central es el uso del color, vivo y juguetón, y la
utilización de materiales nobles. Y Carola asegura que en Valparaíso "hay
historias, leyendas, conglomerados de culturas que se fusionan para dar nuevas
respuestas".
Pero hay también un dato no menor. El circuito de diseño de
los cerros de Valparaíso debe ser uno de los pocos centros comerciales del
mundo donde la Navidad no es una buena temporada. ¿Y por qué? Porque, según
explican estas diseñadoras, en esa fecha la gente del Puerto va a comprar al
plano, no sube. Y los turistas santiaguinos o extranjeros, que son su principal
clientela habitual, no se dejan caer en demasía (hasta que llega el apoteósico
Año Nuevo en el Puerto, claro).
"Queremos que se entienda que no hacemos
souvenirs para turistas, sino ropa y accesorios para mujeres ejecutivas que
necesitan verse bien, que buscan algo original y valoran lo sustentable, el
reciclaje, la innovación y el producto no seriado", concluye Rocío.
"Lo que queremos es que el diseño de los cerros sea una parada obligatoria
que la gente identifique con Valparaíso". Así como la Sacher Torte de
Viena, el Café de la Paix de París, los chocolates de Bariloche.